Se calmó la tempestad aunque ya no miro atrás. Se que has aprendido ha echar el ancla sobre el mar. Se escapó la soledad al ratito de llegar, y se fue para no volver jamás, no sin antes preguntar: ¿Qué estarás haciendo hoy?
Dime solo que estás bien, justo unos días después del naufragio de tu barco de papel...
No hay comentarios:
Publicar un comentario