Me gusta pensar que cada día tiene su momento en el que el cielo descarga sobre nosotros una capa de paz y tranquilidad que apenas dura unos minutos. A veces pienso que sirve para protegernos de nosotros mismos, para remediar lo remediable. Aunque no siempre haya vuelta atrás (porque no siempre la hay) esos minutos pueden hacer pensar, o dejar de pensar; que quizás sea lo que más falta haga.
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