Hay cicatrices que para alguien pueden parecer feas, pero que para nosotros son hermosas porque nos recuerdan una lucha, un dolor, una batalla ganada contra los monstruos que algún día nos atacaron.
Hay cicatrices que marcan nuestro cuerpo y lo hacen lucir “feo” pero que al tocarlas con tus dedos sonríes porque te recuerdan tu cambio interno, te recuerdan que después de tanto dolor hubo siempre algo mejor.
En el cuerpo con los años se van quedando historias dibujadas en cada cicatriz, en cada quemadura, en cada estría, en cada poro, se dibuja el paso de tus días en cada arruga, en cada marca. En tus ojos se van dibujando unas ojeras que demuestran las noches de desvelo, las noches de placer, los días enteros y las noches a medias.
El cuerpo humano es hermoso, no importa cual sea su condición, somos bellos, todos y cada uno de nosotros y cuando empezamos a amarnos a pesar de todo, es cuando el resto del mundo comienza a admirarnos y a vernos hermosos de igual modo.
Mi cuerpo no define mi ser, mi cuerpo solo es la envoltura del mismo. Y lo amo, con cicatrices, con huellas, con historias tatuadas en el.
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