Yo quiero que me traspases la piel. Y que llegues al ventrículo izquierdo. Pero de momento, te dejo que me quieras con sonrisas, con la yema de los dedos y con tu carita de duende. Puedes ser mi PROVOCACIÓN o mi risa de tardes de café. También puedes ir despacito y hacerle cosquillas al miocardio. No sé. El miocardio es débil a veces. Aunque rebose de AMOR que me dieron una vez.
Es el principio de un libro, mezclado con el prólogo de otro que ya no sirve.
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