Tienes la asombrosa capacidad de sacudir lejos el malestar que amenaza con aniquilarme. Lo pintas todo colorido para que mis ojos se deleiten con plenitud aunque estén estropeados a causa de las numerosas caricias saladas que les han dado mis lagrimas. Agitas tus dedos con gracia sobre mi estómago con la intención de que sonría por las múltiples descargas de cosquillas que esto me provoca, pero si sonrío no lo hago por aquello. Lo hago porque esos labios curvados son delirantemente contagiosos. Se te da bien lograr que olvide con tu perfume todo los malos momentos en los que viví aterrorizada. Calmas el pánico que me inunda y me llenas de paz.
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